/p>>El inesperado fallecimiento del chef franco-suizo Benoit Violier, con tres estrellas Michelin y recientemente nombrad0 mejor cocinero del mundo según La Liste, ha causado conmoción en el mundo gastronómico y reabre el debate sobre la presión que sufren los grandes chefs.

Benoit Violier, en una imagen de su página web
Benoit Violier, en una imagen de su página web

Según todos los indicios Benoit Violier, de 44 años, se habría quitado la vida en su domicilio, cerca de Lausana. Se da la circunstancia de que su restaurante en el l’Hôtel de Ville de Violier, en la localidad suiza de Crissier, encabezaba desde diciembre el exigente ranking gastronómico de La Liste, lista que patrocina el gobierno francés en respuesta a la lista británica 50 best de la revista Restaurant, y recoge los 1.000 mejores restaurantes del mundo. Hace una semana fue galardonado con el Bocuse de Oro en Suiza.
Experto cazador y especialista en la preparación de la carne de caza, Benoit Violier había recibido innumerables galardones que le suponían un alto nivel de exigencia y estrés. Se inició en la cocina desde muy joven y dirigía el Restaurant de l’Hôtel de Ville junto a su mujer, Brigitte, desde 2012,
La alta cocina internacional lamenta su fallecimiento. Desde la Guía Michelin se muestran «abatidos» por su desaparición, mientras que colegas como Martín Berasategui, Marc Veyrat, Jean François Piège, Anne-Sophie Pic, Fedy Gerardet, Pierre Gagnaire o Paul Bocuse, han mostrado su pesar en redes sociales.
La entrega de estrellas de la edición francesa de la Guía Michelin ha comenzado este año con un minuto de silencio por la muerte de Violier. Durante la misma, Alain Ducasse ha querido descartar la  presión como la causa del fallecimiento del chef. «Los medios vincularán todo, pero es un hecho desafortunado, desconectado de la ceremonia de hoy. Una serie de sucesos han derivado en este acontecimiento trágico».
El mismo Violier habría indicado en una entrevista realizada en 2014 que el estrés era necesario para mantener su nivel «Es mi vida. Voy a dormir con la cocina, me despierto con la cocina», dijo entonces. No obstante, la muerte de su padre y después de su mentor, el chef Phillipe Rochat, fueron duros golpes para él.
Benoit Violier no sería el primer chef incapaz de soportar la fuerte presión de la alta cocina: el norteamericano Homaro Cantú, en abril de 2015, o el francés Bernard Loiseau, hace más de diez años, se quitaron la vida. Otros chefs como Marc Veyrat Olivier Roellinger prefierieron, sin embargo, abandonar sus cocinas triestrelladas y cuidar su salud y la naturaleza.