/p>>La gastronomía española pierde a una de sus grandes figuras: la cocinera y empresaria Marisa Sánchez, alma del restaurante Echaurren de Ezcaray y Premio Nacional de Gastronomía.


Francis Paniego abraza a su madre, Marisa Sánchez
Francis Paniego abraza a su madre, Marisa Sánchez, en una foto de la web del Echaurren

Nueva pérdida para el mundo gastronómico: la cocinera Marisa Sánchez (Ezcaray, La Rioja, 1933), ha fallecido a los 85 años en Logroño.
Emprendedora, empresaria y maestra de los fogones, la propietaria del hotel Echaurren de Ezcaray era la cuarta generación hosteleros, miembro de una familia que en 1898 convirtió una pequeña fonda en un hotel y restaurante.
Comenzó en el oficio a los 15 años, cuando tuvo que servir una boda en ausencia de sus padres. Junto a su marido, Félix Paniego, y duro trabajo logró convertir el hostal familiar en todo un referente de la gastronomía riojana.
Ya en 1982, recibió el Premio Nacional al Mejor Restaurante de Hostal. Sus delicadas croquetas y sus exquisitos guisos y potajes (el potaje de garbanzos, las alubias, la menestra de verduras, la sopa de pescado, las patitas de cordero, las albóndigas, el cordero en salsa…) le valieron el Premio Nacional de Gastronomía al Mejor Jefe de Cocina en 1987.
En 2010, ya retirada, recibió la Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo y un año después la Medalla de Oro de La Rioja.
Sus hijos Marisa, José Felix y Francis Paniego continúan al frente del negocio familiar. que cuenta con un rrstarante de vanguardia, otro tradicional y un hotel gastronómico. «Cuando ella aparece por la cocina y se pone a hablar, todos los cocineros de casa toman apuntes», explicaba su hijo, Francis Paniego, que ha hecho pública la noticia del fallecimiento a través de las redes sociales.
“Con una pena enorme mamá, nos despedimos de ti. El amor a raudales, que has sido capaz de darnos y de dar a cuantos se acercaban a ti, se trasmitía de manera natural a tu trabajo», escribía el chef.
«Mamá, en la cocina has conseguido algo único, convertirte en la madre de muchos, que pensaban en tus guisos como los de su propia madre. La vida te ha dado muchas cosas, pero también te las quitó y nunca por eso dejó de salir de ti, ese amor infinito y ese sentido del humor tan maravilloso. Hasta el último minuto ha brotado de ti un manantial de amor inagotable, que nos inunda y nos llena. Gracias madre y damos gracias a la vida, por habernos dado el privilegio de ser hijos y nietos tuyos. Descansa en paz, mamá, y cuídanos desde allí arriba”.