/p>>El inquieto chef Juan Pablo Felipe ha recreado en la madrileña La Posada del Chaflán un nuevo concepto de establecimiento hostelero, adaptado a los nuevos tiempos y demandas del público, con 47 habitaciones de diseño «underground», restaurante a la carta, bar de tapas y zona lounge. Un espacio diferente donde el trato cercano, la funcionalidad y la gastronomía actualizada son las claves.

Un espacio orginal y rompedor, ubicado en el antiguo hotel Aristos del chef madrileño
Un espacio orginal y rompedor, ubicado en el antiguo hotel Aristos del chef madrileño

Habitaciones funcionales, un servicio basado en la cercanía y una cocina de producto adaptada a las diferentes franjas horarias y apetencias del comensal definen el nuevo proyecto de Juan Pablo Felipe, un espacio rompedor ubicado en el antiguo hotel Aristos.
Al igual que hiciera hace ya 20 años con la apertura de El Chaflán, el restaurante de vanguardia en el que llegó a ostentar una estrella Michelin, el chef y empresario madrileño rompe ahora moldes con La Posada del Chaflán (Avda. Pío XII, 34) un establecimiento desenfadado y trasgresor, con una propuesta económica, sostenible y original, al estilo de los «hostels» o modernos hostales que triunfan en Londres, Berlín o Nueva York.
Tras casi un año de obras, el establecimiento que fuera sede del restaurante El Chaflán ha reabierto sus puertas concebido como una casa de huéspedes del siglo XXI. De la reforma se han ocupado los arquitectos Jesús Manzanares y Rafael Benítez, quienes han incorporado algunos de los movimientos estéticos más punteros de los años 70 en Inglaterra, los 80 en Francia y los 90 en Alemania y referencias artísticas a sus autores más representativos para lograr una atmósfera acogedora e informal.
Los originales cilindros de la entrada de La Posada
Los originales cilindros de la entrada de La Posada

El espacio impresiona desde la propia entrada, franqueada por unos imponentes cilindros de madera multicolor, inspirados en la obra móvil del artista conceptual André Cadere. Tras la recepción, donde se recibe al cliente con una sonrisa, vuelve a sorprender el tiro de las escaleras, cubierto con coloridos brochazos, en referencia al arte callejero del pintor berlinés Frank Akermann.
Un interiorismo funcional y original
Las habitaciones son alegres y funcionales
Las habitaciones son alegres y funcionales

Colores y luces fluorescentes, en homenaje al trabajo con tubos de neón del neoyorquino Dan Flavin, y materiales urbanos, como cristal, maderas recicladas, ladrillo visto y hormigón, visten las 47 habitaciones alegres y equipadas con lo justo y necesario para el viajero más cosmopolita.
Las estancias que se dividen en cuatro categorías: individuales, dobles, doble superior y Magnun, estas últimas con terraza. De su decoración, austera y funcional, destacan los vinilos de Cristina Calvo, basados en fotografías artísticas y evocadoras de algunas de las recetas más míticas de Juan Pablo Felipe, incluyendo curiosidades, reflexiones y, a veces, hasta poemas del chef en torno a ellas: el atún con una corona (literal) de laurel, el pulpo reptando por un pared, o peces plantados en macetas en alegoría a las sardinas a la jardinera son algunos de los platos retratados, que ofrecen un diálogo gastronómico con el huésped del hotel.
Así, cada habitación tiene un alimento como protagonista: la ostra, el cochinillo, el espárrago, el atún o la naranja, todos ellos productos «básicos» en muchas de las recetas del chef. Esta original atmósfera, según Juan Pablo Felipe, «anima a los clientes a vivir una experiencia, a que desate su imaginación, se ría y consuma en el restaurante.
Un espacio culinario abierto
Y es que La Posada del Chaflán es sobretodo un espacio culinario abierto al público madrileño, en el que volver a disfrutar de la mejor cocina del chef madrileño: sus productos fetiche, como el atún de almadraba o los pescados, y sus clásicos como el risotto o la primera versión del cochinillo, todo ello en un formato actualizado y adaptado a los nuevos hábitos de consumo.
La planta calle del establecimiento alberga un restaurante con zona lounge y un bar de tapas con mesas altas y una barra cubierta de troncos de madera auténticos, en alegoría al Land Art o arte medioambiental de Robert Smithson.
Aquí se puede picar a base de paninos, como el de torta del Casar y trufa, el de jamón ibérico con pimientos o el de anguila ahumada con mascarpone; sándwiches, y tapas frías y calientes como cebiche de pulpo, coca de atún, ensaladilla rusa “technicolor”, tortillitas de camarones o bravas “al cubo”.
La sala del restaurante mantiene el lucernario acristalado del techo característico de El Chaflán
La sala del restaurante mantiene el lucernario acristalado del techo característico de El Chaflán

La sala del restaurante se presenta con frescura y viveza manteniendo algunos de los elementos más representativos de El Chaflán, como el lucernario acristalado del techo, el olivo o la imponente cocina vista, pero pincelado de alegres colores y juegos de volúmenes como el césped amarillo que cubre el suelo a modo de moqueta, todo ello inspirado en la teatralidad y puesta en escena de objetos cotidianos descontextualizados del artista francés Philippe Parreno.
En ella vuelve a verse además la influencia de Smithson: un letrero luminoso de hotel de carretera, símbolo del famoso Hotel Palenque, en México, que llamó la atención del artista en su más conocido trabajo fotográfico.
Todos los platos se pueden pedir por medias raciones. Detrás, la mano de un chef experimentado...
Todos los platos se pueden pedir por medias raciones. Detrás, la mano de un chef experimentado…

La oferta del restaurante se plasma en una dinámica carta en la que todos los platos pueden pedirse por raciones o medias raciones permitiendo probar, compartir al centro y comer contundente y casero desde solo 15 €.
Tartar de atún rojo, espárragos blancos fritos con mahonesa tibia, alcachofas con presa ibérica o ensalada campera de primavera son algunos de los platos perfectos para empezar que ha diseñado Juan Pablo Felipe, madrileño formado en Andalucía y Premio Nacional de Gastronomía en 2001.
Como principales destacan el risotto de hongos y el arroz de bogavante, y en los segundos la corvina en bullabesa de mejillones, los chipirones de potera a la brasa, el atún rojo a los tomates, las costillas de buey wagyu, la hamburguesa de toro o el cochinillo en su jugo con puré de limón.
En los postres no faltan tampoco clásicos de El Chaflán como los quesos de España en formas o el Vulcano de choco y limón.
La Posada del Chaflán se completa con una zona lounge con sofás y mesas bajas para tomar una copa antes o después de comer y cenar y con una terraza de verano inspirada en el jardín propio de un hogar, con vegetación y muy coqueta. En definitiva, un multiespacio enfocado a recibir y satisfacer al cliente actual, con una oferta joven, desenfadada y a buen precio: las habitaciones, desde 68 euros, y el restaurante, desde 15 euros.
Juan Pablo Felipe tiene en mente crear una red de Posadas... del siglo XXI
Juan Pablo Felipe tiene en mente crear una red de Posadas… del siglo XXI

Un modelo de negocio a desarrollar
Juan Pablo Felipe se muestra convencido del éxito de este nuevo concepto de «posada urbana» y está impulsando una red nacional para agruparlas. Ya tiene localizados establecimientos en ciudades como Madrid, Barcelona, San Sebastián y Sevilla y la presentación oficial de la red se realizará el próximo mes de septiembre, con objeto de poner en el mercado una nueva categoría de alojamiento como es la posada, «aunque de origen centenario».
Una alternativa, en definitiva, a la hostelería tradicional en las grandes ciudades, donde el espacio «tiene unos costes altísimos e impide ofrecer a los clientes precios razonables», explica el chef y empresario.
«Si las primeras posadas tenían caballerizas, nosotros ahora tenemos que ofrecer lo que requiere el cliente del siglo XXI: habitaciones funcionales con wifi y gastronomía a precios de hoy y en horarios amplios«, asegura.