Noelia Perlacia
Noelia Perlacia
El programa Pesadilla en la Cocina, con Alberto Chicote al frente, ya está en su segunda temporada de emisión. ¿Qué influencia puede llegar a tener este programa en la imagen del sector restaurador? ¿realmente es una oportunidad para los restaurantes expuestos o simplemente un reality morboso, en el que de lo que se trata es de ver qué cantidad de porquería es capaz de albergar la cocina de un restaurante? De ello nos habla Noelia Perlacia, responsable de Comunicación y Eventos de Avance Comunicación, en este post.

Algunos medios, con buen criterio, han intentado mostrar qué ha pasado con los restaurantes en los que el afamado chef ha intervenido y los resultados han sido desiguales: algunos han cerrado y otros afirman haber relanzado sus establecimientos.
Desde el punto de vista de la estrategia de marketing, estos establecimientos pueden obtener una buena oportunidad a través del programa de La Sexta: la reforma de su carta y la renovación de su local por parte profesionales y publicidad para el negocio, aunque (no nos engañemos) enfocada hacia el morbo que provoca en el público ir a conocer a los protagonistas de cada historia. El precio, eso sí, un poco alto: mostrar sus miserias empresariales (y a veces personales) durante media hora en Prime Time. Probablemente, ante una situación desesperada, la intervención de Chicote y de su equipo sea la última esperanza para algunos de estos locales.
La clave para estos restaurantes es aprovechar este punto de inflexión y sorprender tan gratamente al público cuando acuda al local tras su exposición en televisión, que el morbo por el programa dé paso a una auténtica acción de fidelización hacia su servicio y hacia su cocina. Sin embargo, los “restauradores” que han sido capaces de llevar al desastre más absoluto sus negocios ¿están en situación verdaderamente de aprovechar dicha oportunidad?

Los “restauradores” que han sido capaces de llevar al desastre más absoluto sus negocios ¿están en situación verdaderamente de aprovechar dicha oportunidad?

Para aquellos que sepan aprovecharla, sin duda es una forma muy transgresora de plantear la comunicación corporativa y la proyección de la imagen de una empresa: frente a la tendencia generalizada a difundir y engrandecer los aspectos positivos de una entidad, en este caso el primer paso es abrirla en canal mostrando todas sus carencias, para después renovarla y provocar una catarsis total, que sirva de punto de partida de una nueva etapa. Aunque pertenezca a otro sector, se puede decir que, por ejemplo, Bankia ha optado por esta estrategia en su última campaña de imagen (de una forma mucho más suave, claro), con el eslogan “Empecemos por los principios”, en una clara actitud de “borrón y cuenta nueva”.
Respecto al sector de la restauración en general, la imagen proyectada por el programa es un poco desoladora: empresarios que se lanzan a poner restaurantes sin tener ni idea del negocio, “cocineros” que no lo son, total falta de profesionalidad en el servicio… Pero, realmente, ¿lo que muestra el programa son excepciones o estos casos están más extendidos de lo que creemos?
Un caso paradigmático es el de “La Zapatería”, un local en el que “el todo vale” parece haberles llevado al borde del peligro de intoxicación alimentaria, con una total falta de respeto hacia los clientes y especialmente hacia los visitantes extranjeros (porque como supuestamente no van a volver…). Una imagen lamentable, pero que tristemente se repite en muchas ocasiones: el desprecio hacia el turista que supuestamente “no se entera”, en un país en el que el turismo es una de nuestras principales industrias y más en la actual situación de crisis.
Quizá Pesadilla en la Cocina debería ser un revulsivo para poner al cliente y a su satisfacción en el punto de mira de todos los objetivos empresariales.