Cada vez se reciclan más envases de vidrio en nuestro país, y el sector horeca tiene un papel fundamental en ello: no en vano consume el 48% de estos envases. Los hosteleros, más concienciados con el medio ambiente, se esfuerzan en separar las botellas y llevarlas a su correspondiente contenedor. Pero la gran mayoría no sabe que lo hace mal, y que su esfuerzo puede no sólo no acabar en nada, sino ser perjudicial para el medio ambiente.
Paco es un camarero que lleva diez horas de pie tras la barra. Durante su agotadora jornada va colocando las botellas vacías en el cubo que luego llevará, en una carretilla, al iglú de vidrio al final de la calle. Al trabajar rápidamente, veces se equivoca y arroja al cubo de vidrio los restos de basura orgánica. También la taza y el plato que se han roto por la mañana; los tarros de barro de las cuajadas y esa copa que se ha quedado blanquecina por el lavavajillas. Todo al cubo del vidrio.
Miguel es un restaurador que acaba de cambiar de vajilla. Tiene un montón de platos viejos y desportillados de los que quiere deshacerse. No sirven, por su exceso de uso, para otros locales. Piensa qué hacer con ellos. Y decide tirarlos al contenedor de envases de vidrio, convencido de que ahí están mucho mejor que en el de la basura orgánica. A fin de cuentas es porcelana ¿no?.
Estos dos ejemplos, tan habituales diariamente en miles y miles de nuestros establecimientos hosteleros, muestran cómo los esfuerzos por reciclar el vidrio no se traducen precisamente en beneficios para el medio ambiente, sino todo lo contrario. ¿Y por qué? Porque al contenedor de vidrio no se deben arrojar jamás copas, platos, tarros de barro de las cuajadas ni vajillas. Sólo envases de vidrio: tarros, frascos y botellas. Exclusivamente. Y nada más, aunque sea de cristal.
El motivo es claro, aunque la inmensa mayoría lo desconozca. Los restos de envases de vidrio han de servir para hacer nuevos envases, que contendrán otra vez alimentos y bebidas. Y si se arrojan otro tipo de vidrios o materiales con otros elementos, como plomo u otros metales pesados, se “contaminarán” los nuevos envases resultantes.
Muchas copas y vasos que se emplean en la hostelería están realizadas con plomo y otros elementos (para hacerlos más resistentes) que pasarán, si nadie lo remedia, a los nuevos envases reciclados.
El barro de los tarros de cuajada, o la loza o la porcelana de las vajillas, están hechos con elementos que se funden a altísimas temperaturas y que son imposibles de eliminar del vidrio reciclado con el que se harán nuevos envases. S
i la proporción de estos elementos en el vidrio triturado (calcín) es alta, el resultado serán botellas o frescos que se harán añicos al mínimo golpe. Por ello, un calcín “contaminado” acabará necesariamente en el vertedero, ya que no puede hacerse nada con él.
Un proceso mecánico y controlado
Profesionalhoreca.com ha tenido la oportunidad de visitar una planta de tratamiento de envases de vidrio en Llodio (Alava), a la que llegan los envases de vidrio de todo el País Vasco, Navarra, La Rioja, Cantabria y parte de Asturias. Sus gerentes, Javier y Carlos Aguado, explican que el contenido de los iglús llega cada vez más contaminado. “La gente echa de todo, hasta la caca de los perros”, señalan.
Damos fe de que es cierto tras echar un vistazo al contenido que descargan los camiones: todo tipo de botellas de plástico, latas de metal, paraguas… “Pero la hostelería es la que peor recicla. Con las botellas llega de todo: las bolsas de plástico, las latas, los corchos y tapones de las botellas, los limones de los combinados, la borra del café… Y por supuesto, todos los vasos, copas y vajillas que se rompen o que se tiran”. La crisis, la cada vez mayor rotación de personal y las prolongadas jornadas de trabajo no ayudan precisamente a que se recicle mejor.
En la planta de tratamiento los residuos de envases se van limpiando de todo aquello que no sea vidrio mediante diferentes procesos manuales, magnéticos y ópticos (estos últimos, con sofisticados sensores que detectan cualquier elemento extraño). El control es exhaustivo y se repite varias veces, a fin de obtener el calcín (vidrio seleccionado, limpio y molido, la materia prima con la que se harán nuevos envases).
El problema viene cuando los platos, copas y vasos se han hecho literalmente polvo desde que se arrojaron al iglú, y no se pueden extraer manual o mecánicamente. Ese polvo se queda impregnado en el calcín resultante, y si su presencia es elevada lo inutiliza.
“Los hosteleros deben saber que los residuos de envases de vidrio no son basura, sino una materia perfectamente reciclable que tiene vida ilimitada y no pierde ninguna propiedad”, explican los hermanos Aguado.
Ello supone que, de hacerse bien, se podría reciclar vidrio indefinidamente, sin necesidad de extraer más arena, sosa y caliza para hacer vidrio nuevo (y reduciendo de paso las emisiones de gases que provocan el efecto invernadero).
El reciclado, ahora más fácil para los hosteleros
Para ayudar y facilitar a la hostelería en el reciclado de vidrio, Ecovidrio está apoyando en ciertas zonas, como los cascos históricos de las ciudades, de difícil acceso, o zonas con gran concentración de bares, la colocación de unos nuevos contenedores de vidrio que permiten la carga lateral de cubos de gran capacidad, destinados a facilitar el reciclado a los establecimientos hosteleros.
Es un sistema “puerta a puerta” que es tres veces más caro que el de la recogida selectiva tradicional, y requiere de un trabajo de campo inicial con encuestas a todos los establecimientos hosteleros con el fin de informar de la campaña y detectar las necesidades, antes de la instalación de los contenedores en la vía pública, sin coste alguno para el Ayuntamiento.
Los locales participantes en la campaña dispondrán, previa solicitud y de forma totalmente gratuita, de un cubo con ruedas para facilitarles el transporte y vertido de residuo de vidrio en estos contenedores, que cuentan con una boca más ancha y un sistema de elevación hidráulica para facilitar el vaciado.
El nuevo sistema, cómodo y funcional, ha de contar necesariamente con el apoyo del sector hostelero, porque es muy importante que los empresarios del ramo, que generan gran cantidad de vidrio, se comprometan con la labor del reciclado de los envases.
Este proyecto trata de conseguir mejores ratios de reciclaje y proporciona un servicio adicional y cómodo para los hosteleros, que ganan en higiene, al evitar roturas de bolsas y también en seguridad, al prevenir posibles cortes.
En cualquier caso, el esfuerzo por separar bien los envases de vidrio merece la pena: gracias al reciclado de casi tres botellas de vidrio, se consigue la energía necesaria para hacer funcionar un lavavajillas para lavar la vajilla de 12 comensales. Reciclando una sola botella se ahorra la energía suficiente para mantener encendida una bombilla de bajo consumo un día entero. O reciclando 4 botellas lograríamos que un frigorífico funcionara un día completo.
En definitiva: qué se deposita y qué no se ha de depositar en el iglú
Los iglús situados en las calles sirven para recoger exclusivamente envases de vidrio: tarros, frascos y botellas, tanto de alimentos y bebidas como de perfumes.
Nunca deben depositarse en el contenedor de vidrio:
– Envases de medicamentos
– Cualquier elemento de vidrio o cristal que no sea un envase: vasos, copas, ventanas, espejos, lunas de coches, vidrio plano o laminado, jarrones…
– Cerámicas, porcelanas, loza, barro, ladrillos y piedras
– Tapas, corchos y tapones.
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Este artículo de Profesional Horeca resultó finalista, dentro de la categoría de medios digitales, en la XIV edición de los Premios Periodísticos que convoca Ecovidrio, la asociación sin ánimo de lucro encargada de la gestión del reciclado de los residuos de envases de vidrio en los contenedores de toda España.
En colaboración con las administraciones públicas, se responsabiliza de toda la cadena de reciclado: recogida, transporte y tratamiento. Se financia a través de dos vías: las aportaciones de las empresas envasadoras y la venta del residuo de vidrio. Además, realiza campañas de sensibilización ciudadana y promueve la prevención estimulando la reducción del volumen de los residuos que se generan.