La crisis no impide la continua aparición de nuevos restaurantes. En esta ocasión damos la bienvenida a cuarto establecimientos muy distintos, en Madrid y Barcelona, pero con puntos en común: cuidado y agradable interiorismo; la concepción de un espacio versátil para funcionar a diferentes horas del día y con un público heterogéneo, y una selección de gin-tonics o coctelería para disfrutar tras la cena, además de una reivindicación de los platos tradicionales. Tendencias, todas ellas, de plena actualidad en la hostelería de hoy.
1. Tweed, alta cocina burguesa puesta al día
En el local que albergó Astrid y Gastón, en el madrileño Paseo de la Castellana, nº 16, ha abierto sus puertas Tweed. Detrás está un grupo de jóvenes empresarios hosteleros que se han lanzado a la piscina con un recetario clásico revisado y puesto al día. De ello se encarga José María Ibáñez, que fue chef durante más de un década en Semon y ahora ha recuperado para Tweed recetas clásicas propias de la cocina burguesa, adaptándolas a las nuevas tendencias gastronómicas.
La carta, por supuesto forrada en tweed, se estructura de una forma muy original en apartados que van desde el Pret-à-Porter, con platos para picar y compartir, hasta la Alta Costura, con recetas de impecable técnica y selectas materias primas, pasando por los platos de Fondo de Armario, clásicos atenporales como los canelones Rossini o los callos a la madrileña. En el apartado Casual se presentan propuestas ligeras para el día a día, y para los más exigentes se ofrecen Platos a Medida, sólo disponibles previo encargo. El precio medio a la carta es de 35-40 euros.
Además, Tweed cuenta con una carta de picoteo disponible en horario ininterrumpido disponible en la planta baja del local, con barra, mesas altas con taburetes y sofás bajos. Allí se sirven vinos y cócteles hasta bien entrada la noche.
Los 600 m2 del local, que goza de grandes ventanales con vistas a la Castellana, se dividen en dos plantas de ambientes diferenciados obra de la arquitecta Pitu Iglesias, de FI Arquitectura. La interiorista María Basagoiti los ha vestido combinando con estilo mesas con mantel largo y grandes cortinas confeccionadas en tweed, paredes vestidas de papel pintado que recrean este tejido, clásicas vajillas de porcelana inspiradas en las de la Real Fábrica del Buen Retiro, flores silvestres, bancadas y sillas de diseño.
Tweed cuenta también con tres reservados con un punto clandestino que ofrecen una atmósfera más íntima. El resultado es una puesta en escena cosmopolita y diferente, apta tanto para ejecutivos como para aquellos que buscan un ambiente fresco, joven y animado, o para los que quieren darse un homenaje en familia o en pareja.
2. El café y concept store de Jaime Beriestain en Barcelona
El reconocido interiorista chileno Jaime Beriestain ha decorado numerosos hoteles y restaurantes, y ahora da el salto y se convierte también en hostelero: hace unos meses inauguraba el concept-store y café-restaurante que llevan su nombre, en la calle Pau Clarís, 167 de Barcelona.
Se trata de un multiespacio que ofrece una deliciosa selección de muebles vintage restaurados, flores naturales, velas, libros internacionales, fragancias, alfombras de creación propia, una selección de su colección personal de arte y un café-restaurante. El interiorista ha seleccionado personalmente todos y cada uno de los muebles y objetos que lo componen, así como los platos del café -restaurante.
Tienda y café son una puesta en escena del gusto personal de Jaime Beriestain, en los que ha querido proyectar un ambiente cosmopolita, además de crear una atmósfera acogedora para recibir a sus clientes como si estuviera en su propia casa.
El espacio cuenta con una superficie de 500 m2 y alberga, además de la tienda y el café-restaurante, una zona dedicada a las flores, en la que realizan desde pequeños ramos hasta grandes arreglos para eventos, siempre bajo la supervisión del interiorista.
El café- restaurante Jaime Beriestain ofrece fundamentalmente cocina tradicional y de mercado. El propio interiorista ha creado la carta junto al chef, recuperando platos de su Chile natal y de tradición familiar como la Sopa de cebolla de la abuela Sofía o la Banoffee Cake. Otras sugerencias son el Pollo de corral DO Portablava rustido a la catalana, con 12h de cocción; la Terrina melosa de cordero, cocinada a fuego lento durante 12h en su salsa, o el Arroz DO Delta con cigalas y alcachofas. Los postres, todoscaseros, eson laborados con recetas que el propio Beriestain ha personalizado con sus aportaciones. Y no falta una selección de platos bajos en calorías.
Con capacidad para 80 comensales, la cocina del restaurante permanece abierta diariamente desde las 08:30 hasta las 23:00 horas. Además de comidas y cenas a la carta, en el local se ofrecen también desayunos y meriendas con una selección de deliciosas tartas y pasteles, y un rápido lunch a base de originales bocadillos. Para finalizar, una variada oferta de gin-tonics y combinados para una agradable velada, amenizada con un DJ.
3. Nueva cocina tradicional en La Moraleja
En plena Plaza de la Moraleja acaba de abrir sus puertas Algo Así en el lugar que ocupaba The Corner Bar, del Grupo La Máquina. Nace como un restaurante con encanto en el que destaca su versatilidad: ofrece desde un tradicional tapeo a comidas de negocios o veladas románticas. Su cocina es tradicional y casi todas las especialidades pueden disfrutarse en medias raciones.
Dentro de sus entrantes, destacan, además de los mariscos y la variedad de ensaladas, el revuelto de patatas a lo pobre con foie fresco, las cañas de berenjena con confitura de tomate o el risotto de hongos con chupa chups de codorniz.
En su carta de carnes hay imprescindibles como el steak tartare, chuletitas de conejo al romero, confit de pato con puré de castañas o carrillera ibérica sobre puré trufado. Y en cuanto a pescados, merece especial mención el atún, que se ofrece en dos modalidades, tartar y carpaccio. Dispone de bodega con más de 20 referencias.
Distribuido en varios espacios, lo primero que llama la atención del restaurante Algo Así es su gran terraza de invierno, que dispone de barra de coctelería y es perfecta para comer, cenar o disfrutar de un buen tapeo. Orientada al sur, es una de las más cálidas y luminosas de la Plaza de la Moraleja.
Una vez en el interior, los sofás chester de piel se combinan con mesas de madera noble creando un ambiente íntimo y acogedor. Maletas vintage, libros antiguos y otros detalles de inspiración viajera se apilan dando un agradable toque retro al local.
4. Un restaurante oculto en el Barrio de las Letras
En una pequeña y estrecha callejuela del madrileño Barrio de las Letras se ubica esta bodega del siblo XVII reconvertida en un nuevo restaurante. La Bodega de los Secretos es es un lugar único, que el paso de los años ha llenado de secretos e historias.
Cristina Vila recibe, atiende y desvela los secretos que guarda esta bodega, como que fue contra los bombardeos de la guerra civil. El interior es un laberinto de hornacinas en las que el vino reposaba, y bajo las cuales ahora se exponen las mesas preservando la intimidad de los comensales.
El local es una joya arquitectónica con grandes bóvedas de estilo románico salpicadas de artes decorativas de los templarios que conviven en perfecta sintonía con las lámparas de diseño, sillas italianas, mesas españolas y luces de distinta intensidad que hacen que cada mesa tenga su propia atmósfera.
Un espacio inigualable en el que celebrar además todo tipo de eventos privados, en los que Cristina, junto con un equipo joven y profesional, se encargan hasta del más mínimo detalle para que todo esté perfecto.
La La Bodega de los Secretos ofrece una cocina mediterránea llena de contrastes y matices con ciertos toques asiáticos. Entre sus propuestas, un atrevido maridaje fumé con cava rosé y pescados ahumados de Carpier; unas delicadas alcachofas que esconden foie en su interior o un tartar de atún rojo aderezado con algas.
También ofrece unaselección de risottos y arroces, entre ellos el rissoto de arroz Carnaroli, setas y crujiente de queso, o una clásica paella. Tampoco faltan carnes y pescados de temporada en composiciones sorprendentes como el tartar de bueyes felices de Lérida; el secreto ibérico macerado con miel a la parrilla o la merluza con ragout de chipirones. Para terminar, dulces tentaciones como la sopa de fresón con helado de yogurt o el coulant de chocolate con helado de mango.
La carta de vinos es escueta pero con referencias bien seleccionadas de las principales D.O. españolas y cavas de pequeños productores. Además disponen de un carrito de gin tonic para disfrutar de una relajada y pausada sobremesa.
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