Este nuevo hotel H10 ocupa un emblemático edificio de 1928, el Palacio de los Condes de Colomera, en la Plaza de las Tendillas, en pleno centro de Córdoba. Tarruella Trenchs Studio firma el proyecto de interiorismo, caracterizado por su elegancia atemporal.
El H10 Palacio Colomera ocupa un edificio de gran valor arquitectónico, tratado con mimo por el estudio cordobés Áltimun. De hecho, el edificio muestra algunos vestigios del pasado como el antiguo aljibe o el grosor de algunos de los muros. Por su parte, Tarruella Trenchs Studio firma el diseño de interiores.
Su propuesta de interiorismo enfatiza la herencia de la arquitectura y al mismo tiempo crea una atmósfera elegante y atemporal en consonancia con el edificio y el emplazamiento. Por ello han elegido tonalidades oscuras, que refuerzan el carácter acogedor del espacio y a la vez contrastan con los colores cálidos de los espacios más luminosos, que recuerdan a los tonos propios de la ciudad. Los trabajos de detalle con madera y otros materiales nobles de algunos de los elementos se inspiran en la artesanía local.
Desde el exterior del hotel se puede entrever el interior gracias a los grandes ventanales que abren la fachada clásica hacía la plaza.
Al entrar en el hotel, el huésped percibe de inmediato un entorno acogedor que le da la bienvenida. El interiorismo destaca el carácter palaciego del espacio resaltando las cornisas de los techos altos, el pavimento de piedra y un color envolvente en la zona de la cafetería y la recepción.
Las piezas de mobiliario, de líneas contemporáneas, van a juego con el ambiente de palacio, con asientos tapizados, detalles en madera, brillos con latón y espejo, diferentes mármoles pulidos en las mesas y en la barra, y grandes alfombras. Las obras pictóricas de Guillem Nadal aportan textura y fuerza.
El patio cordobés, visible desde la entrada, es el núcleo central del edificio y acoge el comedor principal. Muestra la arquitectura tradicional con su galería de arcos y pilares decorados con mosaicos originales, a través de los cuales se accede al centro del espacio, desde donde se aprecia la vidriera emplomada de la primera planta y el gran lucernario. En este caso el blanco roto confiere al espacio una mayor amplitud y una gran luminosidad, que se completa con un pavimento pétreo de la misma tonalidad. Los asientos de mimbre y las mesas de madera otorgan al espacio un aspecto ligero y de patio exterior, creando un rincón sereno y claro donde disfrutar de un momento de tranquilidad, en medio de frondosa vegetación.
Atravesando las arcadas sustentadas por anchos muros, se abre otro comedor que se adentra hasta llegar al jardín. Los espejos de la pared desdibujan aquí los límites y enfatizan la altura del espacio. Finalmente se llega al jardín interior, con una vegetación exuberante acompañada de una lámina de agua.
Habitaciones elegantes y acogedoras
Las habitaciones recuperan también la atmósfera palaciega con techos altos y molduras ornamentales aportando calidez mediante el color, el pavimento de madera y el mobiliario diseñado especialmente para el hotel. Este se caracteriza por las líneas rectas y la utilización de materiales nobles, resaltando especialmente el armario exento con módulos en diferentes maderas, lacados y latón. Las lámparas y los tejidos completan el conjunto de manera armónica. Los cuadros, con imágenes de Manuel Muñoz, muestran diferentes rincones de la ciudad de Córdoba aportando contenido y completando la propuesta. El resultado: el huésped se siente como en casa.
En los baños, la baldosa hexagonal brillante en diferentes colores remite a la artesanía cordobesa y contrasta de manera elegante con el resto de los elementos, como la lámpara de latón de Flos, los detalles en madera y el vidrio grabado.
En definitiva, el H10 Palacio Colomera es un hotel de cuatro estrellas donde los usuarios pueden disfrutar de una estancia especialmente acogedora, descubriendo al mismo tiempo parte de la historia de la ciudad.
En la última planta se encuentra la terraza desde donde poder admirar la Plaza de las Tendillas; los grandes ventanales tras la barra permiten entrever la Mezquita de Córdoba. El espacio se abre hacia el exterior entendiéndolo como una continuidad del interior, con el mismo pavimento y un mobiliario de exterior ligero y confortable con grandes maceteros y jardineras: todo crea un entorno confortable donde admirar el atardecer.