Retorna un mito hotelero: Torre del Remei, en el corazón de la Cerdanya, tras una exquisita reforma. El antiguo alojamiento de socialités y celebridades mantiene su encanto y ubicación privilegiada, y suma la mano experta de Carles Gaig en los fogones y la nueva gestión de Mercer Hoteles.
Esta elegante casa-palacio construida a principios del siglo XX dejó de ser finca familiar para convertirse en hotel hace casi tres décadas. Fue el chef Josep María Boix quien la situó en los 90 en el mapa de la alta cocina y la hostelería mundial.
Ahora, tras dos años de reformas, la Torre del Remei renace como un 5 estrellas gran lujo bajo la batuta de Mercer Hoteles con 24 habitaciones y suites, un cuidado interiorismo, un jardín de tres hectáreas con árboles centenarios, y un restaurante comandado por el chef Carles Gaig en la cocina y Fina Navarro en la sala.
La finca de Torre de Remei integra la antigua casa palaciega con 12 habitaciones y las antiguas caballerizas, que forman un anexo con otras 12 habitaciones. Si el exterior es un buen ejemplo del modernismo catalán, el interior luce una decoración contemporánea, sofisticada y confortable. “Queremos que el huésped, al entrar, reconozca la arquitectura pero que se sorprenda por la atmósfera”, explica Amanda Molina, directora de diseño y proyectos de Mercer Hoteles. “Evitamos recrear un escenario antiguo y, con la mezcla de referencias, buscamos una decoración única pero cálida, para que el huésped no sea un invitado: ésta es su casa”.
La planta baja de la mansión alberga la recepción, el restaurante y varios salones. El piso principal, el segundo y las buhardillas acogen las 12 habitaciones y suites. Un nuevo paso subterráneo (para facilitar el movimiento de los huéspedes en días fríos o lluviosos) la une con las caballerizas, que suman otras 12 habitaciones y suites. Entre ambos edificios se sitúa una nueva piscina exterior climatizada y un pabellón con vestuarios. Y en la esquina más al oeste de la finca se halla la ermita de la Virgen del Remei, con su característica cubierta de pizarra y cúpula piramidal.
“Diseñamos el interiorismo imaginando una experiencia”, explica Molina. “Se trataba de incluir todo lo necesario para que la estancia fuera cómoda y agradable”.
El edificio ha sido restaurado con mimo, respetando su interesante arquitectura interior. Lucen esplendorosas columnas, vidrieras, escayolas y cerrajería con motivos vegetales. Sólo el mobiliario, cuidadosamente elegido, y una delicada paleta de color sitúan el edificio en el siglo XXI. Hay giros contemporáneos, como los espacios comunes, que, según la necesidad se abren o se cierran con un interesante juego de telones en gris antracita, y que invitan al descanso o a la charla en mullidos sofás. Hay un salón biblioteca con chimenea, juegos de mesa y un mueble bar para autoservicio.
Lujo sereno
Al igual que a principios del siglo XX, las formas curvas son las protagonistas y están presenten en sofás, butacas o bañeras. Amanda Molina ha diseñado los armarios y escritorios, realizados por artesanos locales. Materiales nobles y ricos en texturas (terciopelos, cueros, madera) revelan un lujo discreto y apacible. En el mobiliario, piezas de maestros del diseño como Gio Ponti, Børge Mogensen, Arne Jacobsen o Josef Hoffmann y también los nombres que dan forma a los iconos del siglo XXI como los estudios Space Copenhagen, Gamfratesi, Note Design Studio o Neri&Hu. Hay obras de diseñadores locales como Miguel Milá, Mario Ruiz o Martín Azúa e internacionales como Norman Foster, Antonio Citterio o Sami Kallid.
El resultado es un estilo art nouveau revisado que evoca un glamour hecho para mantenerse en el tiempo. “Es un espacio contemporáneo que nace con la intención de convertirse en clásico. El tiempo será nuestro aliado”, señala Molina. También el arte ocupa un lugar privilegiado, donde pinturas y esculturas del maestro catalán Agustí Puig conviven con artistas emergentes como Jesús Isnard o Irene Esteban.
Habitaciones con vistas
Distribuidas en seis categorías, todas las habitaciones son distintas y personalizadas en cada detalle. “La selección de materiales naturales es lo que transmite una sensación de calma y serenidad”, explica la directora de diseño y proyectos. “Además, resisten el paso del tiempo y crecen en belleza”. Lucen cortinas de lino, cabeceros en piel, butacas en madera y lana y mesas de café de mármol veteado. La luz natural inunda las estancias gracias a los grandes ventanales”. La gama neutra de colores se salpica por leves toques de color en las alfombras.
El lujo también se nota en el descanso, con camas vestidas con sábanas blancas de algodón egipcio de 400 hilos, colchón de gran tamaño, y el cabecero con estructura de nogal y tapizado en piel. Detalles como el minibar, la caja fuerte o la cafetera Nespresso se integran con discreción en hermosos muebles hechos a medida.
Los baños, por su parte, se han concebido como un pequeño spa. Cada uno es diferente: la mayoría tiene amplias bañeras y cabinas de duchas con efecto lluvia, así como una exclusiva selección de amenities de la marca Molton Brown,
En la antigua caballeriza, las habitaciones acentúan su pasado. Aquí las estancias son amplias, con techos altos en madera y paredes con los muros de mampostería originales. Lo que podría ser rústico resulta chic, con notas del glamour de los setenta. Las habitaciones de la planta baja disponen de terrazas privadas con vistas al jardín.
La cocina de Carles Gaig
Tras cerrar su restaurante de Barcelona (aunque mantiene un bistró), el chef Carles Gaig ha regresado junto a su esposa, Fina Navarro, a la Torre del Remei, el lugar donde pasaron sus primeras vacaciones juntos como pareja.
Ahora, como chef y jefe de sala, respectivamente, ambos comienzan una nueva etapa en un escenario privilegiado donde va a brillar la alta cocina tradicional de Gaig. Así, en la nueva carta de Torre del Remei no faltan platos de su recetario, como el mítico Canelón con crema de trufa o el Arroz de pichón con ceps de Burdeos. También rescata platos de hace más de 20 años, como el Parmentier de pistachos y caviar, y no faltan, por supuesto, los productos de proximidad, como una amplia selección de quesos de la Cerdanya o el cordero lechal. Platos para ser degustados con calma en el elegante comedor que se abre hacia el jardín a través de grandes ventanales, ofreciendo una experiencia única.