Hay vida más allá del clásico corte triangular a la hora de presentar el queso en la mesa, como proponen Dehesa de Los Llanos y Arcos, que revolucionan el corte tradicional del queso manchego…

Ambas empresas se han unido para reinventar la presentación del queso manchego en la mesa, demostrando que admite una gran versatilidad de cortes y presentaciones.

Bajo el lema ¡Manchego, córtate un poco! la firma quesera Dehesa de los LLanos y la empresa de cuchillos Arcos proponen cuatro maneras de cortar y presentar el queso en la mesa, que pueden inspirar a muchos restaurantes y establecimientos hosteleros:

• Con la girolle que inventó Crevoisier para los quesos suizos, se pueden crear delicadas flores de queso manchego, que permitirá a sus incondicionales disfrutarlo como nunca antes. El corte en flor lo convierte en un bocado etéreo que permite descubrir nuevos matices y sensaciones.

• La tradicional punta que se emplea para cortar los quesos italianos, es perfecta para partir un buen manchego curado en pequeñas porciones irregulares, dejando ver los estratos. El perfil aromático e intenso del queso se potencia con este tipo de corte.

• La espátula es perfecta para obtener láminas de queso curado, logrando una textura con nuevos matices en el paladar.

• ¿Y por qué no usar un rallador? Este conocido utensilio de cocina se reinventa y se presenta como el accesorio idóneo para degustar una de las partes más sabrosas y de mayor concentración de sabor: la pleita, parte vertical marcada por un trenzado en la corteza. Un falso mito sostiene que la corteza del queso no se come: en el caso de Dehesa de los Llanos, con las condiciones higiénico-sanitarias en las que se curan los quesos, hace que los mohos naturales que colonizan la corteza, así como el cepillado exhaustivo con aceite de oliva virgen extra, pueden degustarse con total sabor y seguridad. La corteza concentra los sabores multiplicados por dos.

Una variedad de cortes de queso, realizados con instrumentos de Arcos, que muestran que el queso manchego, producto insigne de la gastronomía española, reclama su lugar en la mesa y abre un nuevo mundo de posibilidades en cuanto a sabor y texturas.