Abre sus puertas en el madrileño barrio de Chueca Chispa Bistró, el primer proyecto de los chefs Gabriel Sodré y Juan D’Onofrio, con una cocina de sabores internacionales resultado de sus experiencias por el mundo.
Madrid añade un nuevo restaurante a su apabullante oferta gastronómica: Chispa Bistró, a caballo entre bistrot y restaurante gastronómico.
Es el proyecto personal de los chefs Gabriel Sodré y Juan D’Onofrio, que se conocieron en la escuela de cocina y pastelería Bellart, en Barcelona, y cuatro años después, tras pasar por varias cocinas del mundo, aterrizan en Madrid para mostrar su propuesta gastronómica propia.
Juan D-Onofrio ha trabajado junto al chef Álvaro Garrido, en Mina (Bilbao) y también en Santceloni (Madrid), antes de su etapa junto a Dante Liporace (ex ElBulli) en el restaurante Mercado de Liniers (Buenos Aires).
Por su parte, Gabriel Sodré ha pasado por las cocinas de Enigma, El Celler de Can Roca y Glouton (Belo Horizonte) del chef Leonardo Paixão.
Un viaje gastro por el mundo
Ubicado en la calle Barquillo nº 8, en el barrio de Chueca, Chispa Bistró ofrece una carta breve formada por quince platos que cambian mensualmente. Parten de la gastronomía asiática y mediterránea para ofrecer una cocina personal y pensada para compartir.
Los dos chefs pretenden plasmar todas sus experiencias en distintas cocinas del mundo, por lo que la carta del Chispa Bistró es un viaje por el mundo, partiendo del Mediterráneo y de Asia, en la que se saborea Japón, con elaboraciones como el sunomono o el caldo dashi, conviven gnocchis o capelettis italianos, y productos como el mexicano huitlacoche con una salsa vizcaína; no falta hasta un jarrete de cordero inspirado en Nueva Zelanda
Otros protagonistas de este restaurantes son los quesos, procedentes de Italia, Francia y diferentes regiones de España; hay ocho referencias para elegir y se pueden pedir como un plato más para iniciar, continuar o terminar la experiencia
Encurtidos, brasa y curados
En la cocina de Chispa Bistró destacan diferentes técnicas: hay presencia de curados (bonito, pastrami o gambas, entre otros); se aplica la brasa en productos como la sandía o el cogollo, y no faltan los fermentados, encurtidos y fondos muy trabajados.
La casa apuesta por las verduras de temporada y los pescados, y los postres se conciben como un plato más, que se pueden pedir en cualquier orden. Para finalizar la experiencia un buen café de especialidad.
El precio medio ronda los 60 ó 70 euros para los 6 platos, que se recomiendan compartir entre 2 personas.
Para beber
Los chefs apuestan por una carta líquida internacional, cuya dirección está a cargo del sumiller Ismael Álvarez, quien tras trabajar con los chefs Ramón Freixa y Josean Alija, regresa a la capital. La carta de vinos, «basada en el origen, la cultura y el placer», se irá adaptando a las temporadas, como lo hacen los platos.
Un cuidado interiorismo
El restaurante tiene una capacidad es para 32 comensales y dispone de cocina (instalada por Ibertrasa) y bodega vista, con lo que los clientes pueden presenciar el ritmo de los fogones desde todas las mesas del espacio.
La reforma del local ha sido dirigida por el estudio D12, que ha respetado algunos elementos anteriores como las columnas y las paredes de ladrillo visto.
Los colores claramente predominantes son el gris y el negro, contrastando con la luz que entra por los tres grandes ventanales de la fachada del restaurante.
Además, junto a la cocina se ha habilitado un pasillo que lleva a una sala privada que hace las funciones de speakeasy y estará disponible para todos los clientes. ¿Las reservas? Ya pueden hacerse desde su web.