El chef murciano desembarca en la capital con Chirashi, una taberna de cocina internacional en formato street food y en su versión más gourmet, con dos menús elaborados con productos de cuarta y quinta gama creados por él mismo.
Con más de 20 años en el sector, Rubén Iborra ofrece en su nuevo establecimiento madrileño platos de las cocinas de Tailandia, México, Italia, India, España, China, Perú o Japón, tal y como se elaboran en cada país. Una oferta que es fruto de su experiencia vital y profesional por más de ocho países.
Tras tener que cerrar sus dos restaurantes valencianos, Péndola y El Alcacil, por la pandemia, el chef murciano regresa a la primera línea con este nuevo proyecto, situado en el corazón del barrio madrileño de Tetuán (San Germán, 50).
Chirashi by Rubén Iborra, una taberna gastronómica en la que dar la vuelta al mundo disfrutando del street food más internacional, auténtico y genuino, con predilección por la cocina asiática. Iborra no interpreta recetas, sino que las ejecuta tal y como son en cada país de origen.
Durante el día, Chirashi ofrece un servicio de comida convencional con los dos menús cerrados, uno corto y otro largo, que varían sutilmente cada semana y de manera más radical con las estaciones.
Por la noche el local se transforma, y el mismo Iborra guía a los comensales por un viaje culinario alrededor del mundo en formato showcooking. Todos los comensales comparten la experiencia culinaria al unísono bajo el ritmo y las directrices de Rubén, que va explicando a los presentes cada uno de los pases que conforman el menú largo, más amplio que el del mediodía.
Con este restaurante, el chef murciano muestra que es posible ofrecer una propuesta de nivel apta para todos los bolsillos. El ritual que lleva a cabo tras la barra es una combinación perfecta entre alta cocina, tecnología y desarrollo (tiene un máster de tecnología y desarrollo de alimentos otorgado por la Universidad Complutense de Madrid).
Omakase Gourmet
Creador de la patente de los primeros arroces envasados, Iborra es el creador de Omakase Gourmet (OG), la línea de productos de cuarta y quinta gama con los crea los menús gastronómicos de este restaurante, junto a otras materias primas de alta calidad. De hecho, Chirashi by Rubén Iborra es también un showroom de esta línea de negocio, y los comensales tienen la opción de comprar los productos en el propio restaurante.
«Nuestro objetivo en Omakase Gourmet es crear bases de recetas de alta complejidad, siguiendo fielmente las técnicas de producción de su país de origen, con el fin de simplificar el proceso de interno cocina en los restaurantes, permitiéndoles realizar platos de primer nivel, en el menor tiempo posible», explica el chef.
Cada uno de los menús están basados en el catálogo de productos Omakase Gourmet y en su propia experiencia internacional. Además de sus propios productos y otros tantos procedentes de distribuidores de confianza, Rubén emplea para cada receta un sinfín de aceites, sales y especias.
Un laboratorio gastronómico
El nombre del local, Chirashi, hace referencia al plato japonés homónimo y a la filosofía que encierra; se trata de un bol de arroz y pescado, donde cada ingrediente se cuida al milímetro, al igual que la presentación, para dar lugar a un plato vistoso, equilibrado y estéticamente bello.
Una filosofía de cuidado y mimo que rige en el restaurante madrileño, que es un auténtico laboratorio gastronómico donde se estudian, analizan y combinan todo tipo de ingredientes para ofrecer al comensal el mismo plato que se tomaría en una izakaya japonesa, en los puestos callejeros de México o un restaurante local en la India.
«Perder la originalidad en la comida es como en el arte; es perderlo todo!», explica el chef. Su filosofía de trabajo se basa en una estricta y fiel reproducción de alimentos, bases de preparación y consumo de los países de origen.
El local, con aforo para 22 comensales, tiene como principal atractivo la mesa del chef, en la que seis personas ven en primera línea la destreza culinaria de Iborra al otro lado de la mesa.
El viaje alrededor del mundo no solo se refleja en la mesa, sino también en la decoración, con imágenes de aquellos lugares que han marcado a Rubén y que forman parte de su estilo como chef.