El fallecimiento del sacerdote y empresario hostelero alavés Luis de Lezama, el ‘cura Lezama’, deja un vacío en la hostelería nacional, sobre todo madrileña y sevillana; un sector en el que fue mecenas, formador e impulsor, con una gran visión para los negocios.

Luis de Lezama nació en Amurrio (Álava) en 1936. Tras estudiar bachiller en Bilbao etapa se trasladó a Madrid, donde se acabó ordenando sacerdote en 1962 y fue destinado a Chinchón, donde impulsó distintas iniciativas orientadas a mejorar las condiciones de los trabajadores y acciones formativas dirigidas a jóvenes con problemas de inserción social.

En 19724 creó la Taberna del Alabardero, que fue el embrión del Grupo Lezama, un modelo empresarial de economía social pionero que se ha convertido en todo un referente internacional, con locales hosteleros en emplazamientos como Marbella o Washington.

Profesional Horeca, Luis de Lezama. fundador del Grupo Lezama

Un concepto que revolucionó el sector al incluir la formación profesional, ya que los restaurantes del grupo Lezama generan oportunidades a jóvenes con dificultades para desarrollarse profesional y humanamente. Se trata de un modelo empresarial de economía social único que, con el paso del tiempo, se ha convertido en un referente a nivel internacional.

Luis de Lezama también puso en en marcha la Fundación Iruaritz Lezama (para la formación de jóvenes en el ámbito hostelero), la Escuela Superior de Hostelería de Sevilla (ha formado a varios miles de profesionales), y a nivel educativo. el Colegio Santa María La Blanca en 2009 en el barrio madrileño de Montecarmelo.

Su proyecto más reciente es la creación de la Universidad de Ciencias de la Gastronomía y el Turismo, que ofrecerá estudios de grado, posgrado y formación permanente reconocidos por la Universidad Complutense de Madrid.

El Grupo Lezama cuenta hoy más de 10 restaurantes (como el Café de Oriente y Taberna del Alabardero) en ciudades como Madrid, Sevilla, Marbella o Washington; dos alojamientos, tres escuelas de hostelería y una plantilla de más de 500 empleados.

“Luis fue más que un líder visionario. Fue un guía espiritual, un creador de oportunidades y un constructor incansable de sueños a través de sus muchos proyectos”, señala el presidente de la Fundación Iruaritz Lezama, Jon Urrutia. “Sus valores, su fe y su empeño por mejorar la vida de tantos a través de nuestra labor siguen siendo el motor que nos impulsa a avanzar».