Tras triunfar en Alemania, llega a España Beefer, una parrilla que permite asar y sellar carnes al punto justo en menos de 2 minutos. Es, además, la única que alcanza los 800 ºC.
Con un uso doméstico y también profesional, Beefer consigue cocciones perfectas tanto de carne como de pescado en tiempo récord. Sin humos, sin malos olores.. y con la comodidad del gas.
Esta parrilla trabaja exclusivamente con sobrecalentamiento y alcanza temperaturas sin precedentes en parrillas comerciales: 800 ° C., gracias a su quemador cerámico a gas de alto rendimiento.
Este corto tiempo de cocción, no obstante, permite lograr con precisión el grado de cocción deseado, jugando con la regulación de altura, consiguiendo resultados óptimos propios de los mejores asadores: carne perfectamente sellada, sin pérdida de jugos. Además, aprovechando el calor residual, la bandeja permite el asado de verduras, así como elaborar salsas con los propios jugos de cocción.
Carne asada en su punto óptimo
Originalmente Beefer se diseñó para asar carne, logrando grados de cocción como «poco hecho» o «al punto» dejando reposar o haciendo que se siga cocinando la carne, después de «beefearla», en la plataforma situada delante de la parrilla o sobre la misma.
Es, además, ideal para dotar de una costra perfecta a una carne cocida sous vide o a baja temperatura. La regulación de altura permite siempre una adaptación óptima al espesor del alimento que se asa.
Los mejores resultados se obtienen con carne de vacuno de alta calidad, madurada Dry Aged. Resultan ideales los solomillos, los cortes de cuarto trasero con pequeños bordes de grasa, los ojos de bife y todas las clases de bistecs cercanas al hueso como la chuleta de buey, el bistec Porterhouse o el chuletón TBone
Si la carne está fría, las partes de grasa se doran más velozmente que el tejido muscular, de manera que se produce una costra irregular. Con los aparatos asadores convencionales es difícil de conseguir, ya que siempre existe el peligro de que la carne se cueza demasiado en su interior y se seque cuando la costra externa queda dorada como se desea. Con Beefer, el punto siempre queda perfecto. La temperatura extremadamente alta en la superficie del material de la parrilla carameliza la carne, dejando una corteza crujiente y un interior delicado y jugos.
También para pescado y otros productos
Pero esta parrilla consigue resultados espectaculares con el pescado: atún, salmón, vieiras, gambas… además de carnes como cerdo y cordero; verduras y hasta postres como crème brûlée, entre otras muchas otras preparaciones.
Sin humo ni tóxicos
De fabricación alemana, la parrilla Beefer no emite humos, ni partículas tóxicas provocadas por el goteo en la llama de otros hornos, parrillas y barbacoas.
Hay varas versiones de Beefer para uso doméstico y profesional:
- El modelo Beefer One, el más sencillo, es el más enfocado para uso doméstico, aunque su versión más completa, Beefer One Pro, es totalmente apto para cocinas profesionales que den servicio a unos 50 comensales. Aunque no lo parezca por su tamaño compacto, la rapidez de su cocción permite servir de forma rápida steaks en menos de 2 minutos, o gambas en poco más de medio minuto.
Beefer One Pro es también perfecto para bares, cafeterías, foodtrucks y eventos de comida callejera, porque por sus características técnicas encaja en locales con licencia sólo de bar-cafetería, o con una cocina pequeña en la que se debe optimizar al máximo el espacio.
- Para restaurantes de cocinas con mayor volumen el modelo perfecto es el Beefer XL Chef. Permite mayor capacidad con una rejilla doble ajustable por separado y dos quemadores… manteniendo las características de su hermano menor: lograr los 800º C (o más), y es fácil de limpiar, de usar y de mantener.
¿Quieres conocer y probar Beefer? La firma organiza encuentros y demos con chefs para que prueben la parrilla. Más info y contacto en el tel. +34 620 852 963 o en beefer.es@nullgmail.com
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Doramos la carne para sellar sus jugos dentro”. Esta frase, oída por todos nosotros en docenas de ocasiones, es el falso mito más persistente de la historia de la cocina.
Una simple búsqueda en Google revela que, pese a desbancarse por primera vez en los años treinta del siglo pasado, el falso mito pervive en el (des)conocimiento colectivo. Autores de libros de cocina, canales temáticos televisivos, o la wikipedia en castellano (no así en inglés) repiten una y otra vez la falsa afirmación sin reparos.
No sólo es falso, sino que sucede exactamente lo contrario. Los jugos se pierden porque el calor contrae el colágeno de la carne. El fuerte calor del sellado provoca precisamente una contracción y pérdida de jugos mayor. Revisemos lo que dice al respecto “La cocina y los alimentos” de Harold McGee, la obra de referencia de ciencia aplicada a la cocina, en su página 172:
La explicación más célebre de un método de cocina es, probablemente, esta antigua frase: “Socarrar las carnes para sellar los jugos dentro”. Al eminente químico alemán Justus von Liebig se le ocurrió esta idea hacia 1850. Fue desmentida pocas décadas después, pero su mito sigue vivo, incluso entre cocineros profesionales. (…)
Las ideas de Liebig prendieron muy rápidamente entre los cocineros y autores de libros de cocina, incluyendo al eminente chef francés Auguste Escoffier. Pero unos sencillos experimentos en la década de 1930 demostraron que Liebig estaba equivocado. La costra que se forma alrededor de la superficie de la carne no es impermeable, como ha podido comprobar todo cocinero: el continuo siseo de la carne en la sartén, el horno o la parrilla es el sonido de la humedad que escapa continuamente y se evapora. De hecho, la pérdida de humedad es proporcional a la temperatura de la carne, así que el calor intenso del tostado seca la superficie de la carne más que el calor moderado. Pero el tostado añade sabor a la superficie de la carne, gracias a los productos de las reacciones de pardeamiento, y el sabor hace fluir nuestros jugos. Liebig y sus seguidores se equivocaban en lo referente a los jugos de la carne, pero acertaban al decir que el socarrado deja la carne deliciosa.
Hay otra buena razón, además de las reacciones de Maillard mencionadas por McGee, para aplicar una alta temperatura a la superficie de la carne: es donde se acumulan todos los patógenos, y el calor los elimina. Así que tanto el sabor como la seguridad son los dos motivos por los que “sellamos”, y no para retener ningún jugo.
¿Aún te quedan dudas? El experimento es muy sencillo: coge dos piezas de carne prácticamente idénticas en forma y peso. Sella una y la otra no. Cocínalas simultáneamente en la misma sartén u horno, vuelve a pesarlas. La pérdida de peso es el agua que se ha escapado. ¿La costra ha sellado algo?
Técnicamente tienes toda la razón con tu comentario, Toni Alonso. Nuestro Beefer trabaja a tan alta temperatura (800º) y realiza la cocción en tan poco tiempo que consigue un efecto similar: la carne no pierde sus jugos y ni mucho menos se queda seca. Muchas gracias por tu comentario, nos ha parecido de verdad muy interesante.
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